lunes, 30 de mayo de 2016

Sara Handi

La otra Navarra
LA REINA MARGOT
En esta película de Patrice Chéreau vemos el conflicto religioso entre dos religiones católicos y protestantes, que tuvo lugar en  agosto del año 1572 (matanza de San Bartolomé).
La película nos sitúa en la Francia del penúltimo Valois, Carlos IX, donde su madre Catalina de Médicis, viene ejerciendo la regencia a causa de la corta edad del rey para gobernar la corona francesa. Sin embargo en ese verano (1572), siendo el rey ya mayor de edad, se corre el riesgo de que el país se hunda con la nueva religión, protestante.
Para buscar la paz, la regente (Catalina de Médicis) ha pactado la boda de su hija Margarita (Margot) con su primo Enrique III de Borbón, rey de ‘’la otra navarra’’, nombre que se da a la Baja Navarra o Merindad de Ultrapuertos: territorio en manos de los Albret, quienes seguían considerándose los reyes legítimos de Navarra y que establecieron su corte en Pau (en el Bearne), y desde allí gobernaron su reino. Esta familia intervino activamente en la política interior francesa, hasta el punto que llegó a convertirse en el líder del bando protestante francés frente a la nobleza católica francesa.
En 1589 Enrique III  de Borbón heredó el trono francés, gracias a su matrimonio con Margarita de Valois, hermana del rey de Francia, aunque tuvo que volver al catolicismo para asegurarse la corona. Así los reyes de la Baja Navarra se convirtieron en reyes de Francia. En 1620, Luis XIII decretó la unión permanente de las dos coronas, aunque mantuvo también las instituciones bajonavarras.
Por último, la Asamblea surgida de la Revolución Francesa (1789) suprimió el título de rey de Navarra y creó el Departamento de Bajos Pirineos (actual Pirineos Atlánticos). Las relaciones entre las dos navarras entraron en una fase crítica cuando el protestantismo se extendió al otro lado del Pirineo en el siglo XVI. Para impedir el paso de nuevas ideas religiosas, los reyes españoles crearon una frontera ideológica. En 1567 las tierras de Navarra de la diócesis de Bayona fueron unidas a la diócesis de Pamplona, y en 1583 las Cortes de Navarra decretaron que los vecinos de la Baja Navarra debían ser tratados como extranjeros.
Las diferencias religiosas, junto con el acercamiento de la nobleza y la burguesía navarras peninsulares a los círculos políticos y económicos castellanos favorecían ese alejamiento. Por supuesto, las relaciones entre los habitantes de uno y otro lado de la frontera siguieron en pie, pero el distanciamiento político e ideológico se hizo cada vez más ostensible.

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